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Una Realidad Dolorosa: Tres Isletas y el Avance del Daño Ambiental

Es tan triste la realidad que atraviesa el medioambiente en Tres Isletas. Si pudiéramos observar una toma aérea desde el 2023 hasta hoy, veríamos con claridad la magnitud del daño irreparable que se le ha ocasionado a la flora y la fauna local. Aunque quizás no haga falta tal comparación: basta recorrer nuestras calles para presenciar el paisaje desolador que dejan las motosierras del municipio.

Se trata de una gestión que avanza en contra de la naturaleza, del medio ambiente y de la defensa animal. Día tras día se destruyen plantas, refugios de pequeños animales e insectos que forman parte esencial de la vida. Estas acciones se presentan como “mantenimiento” o “limpieza”, pero en realidad esconden un grave atentado ambiental.

Es doloroso ver cómo los pajaritos sobrevuelan desesperados buscando dónde refugiarse, dónde protegerse del sol abrasador, del frío o de la lluvia. Cada árbol que se derriba es un hogar menos para ellos y un pulmón menos para todos nosotros.

A esto se suma otra problemática ignorada: la contaminación lumínica. El exceso de iluminación, lejos de embellecer el paisaje urbano, daña profundamente los ciclos naturales de la fauna y también afecta a la vegetación. Una ciudad no se hace más linda por sus luces artificiales, sino por la armonía entre su gente y la naturaleza que la rodea.

Los árboles no son un simple adorno urbano, son nuestros escudos naturales frente a la contaminación del aire. Ellos purifican y protegen de las partículas tóxicas que liberan los hornos de carbón, las ladrillerías y la quema de basura a cielo abierto. Actividades que se realizan a la vista de todos, que no son controladas ni reguladas, y que están permitidas como si fueran algo normal, cuando en realidad son una amenaza directa a la salud de la población y al ambiente.

Reflexión final:
Cada árbol que cae es un pedazo de vida que se pierde. Cada nido destruido es un futuro que ya no será. Los árboles, las plantas, la vegetación y los animales son esenciales para nuestra existencia. No podemos seguir siendo espectadores indiferentes. Es hora de reclamar, de exigir iniciativas que devuelvan a Tres Isletas el verde, la sombra, el canto de los pájaros y la vida que nunca debió ser arrebatada.
Defender a la naturaleza es defendernos a nosotros mismos. El futuro depende de lo que hagamos hoy.

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